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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Decidí que no saldré de casa a menos que sea muy indispensable hacerlo. Puede que la claustrofobia invada mi cerebro, pero trataré de resistir en aras de un bien superior que es la protección de mi familia, la propia y la de mis amigos.

Es la primera vez que tomo una decisión de esta naturaleza.

Puedo llamarlo sentido de responsabilidad.
También puede ser el miedo real por la edad que tengo y las circunstancias que rodean al COVID -19.
MNo puedo seguirle el rollo a un presidente que nos presume de un salud a toda prueba, y que contradice las elementales normas que la organización Mundial de la salud prescribe a los gobiernos para evitar los daños que causa el CORONAVIRUS.
Me llegan recomendaciones de todas partes.

La primera es la higiene. Nos indica el lavado de manos riguroso y evitar el contacto directo con otras personas aunque sean los propios familiares.

La segunda es no concurrir a los lugares públicos donde el contacto personal se da de manera natural.

Y una tercera, estar muy pendiente de cualquier síntoma que se nos presente o se de en nuestros familiares de convivencia y de inmediato llamar al 6677130063 del gobierno del Estado de Sinaloa.

Y al pensar en la medida de seguridad que tomaré de no abandonar mi hogar, a menos que se trate de una emergencia, me viene a la mente lo siguiente:

¿Qué hará Protección Ciudadana, para evitar que los grandes hoteleros de Mazatlán reciban huéspedes en este periodo de una posible infección masiva?

¿Qué mayor contacto, que el de miles de gentes que vienen de todas partes de la República y del extranjero que tienen una cercanía de codo con codo en estos tiempos?

Desde ya, y sobre todo en la Semana Santa, Mazatlán estará convertido en una gigantesca olla con el CORONAVIRUS listo para ser compartido por todos los visitantes.

¿Cambiaran los hoteleros la salud de los sinaloenses por los billetes que trae el turismo al puerto?

Parece que sí, se forrarán de dinero y asumirán el inmenso riesgo.

Dios quiera que nada suceda y no tengamos que acusar de criminales a ninguno de ellos.
Soy uno de los que renunciaron visitar Mazatlán.

No me tembló la mano para hacerlo y cuidar mi bienestar y el de mi familia.

Pasaré largos días frente a mi computadora o leyendo alguno de los libros que tengo sin abrir desde hace tiempo.

Quizá vaciaré en mi pequeña terraza un saco de arena fina, me ponga un traje de baño, lentes de sol y destape unas cuantas cervezas.

La botana no debe faltar y un poco de música para endulzar mis oídos.
Todo en mi casa y sin invitados.

No quiero culparlos de infecciosos o que ellos me culpen de ello.

Esa será mi actividad durante el tiempo que dure esta maldita enfermedad que nos tiene con el Jesús en la boca.

Si el presidente de México no pone la muestra con una conducta responsable de prevención, es su bronca y que la nación se lo demande.

Hasta mañana.