Por J. Humberto Cossío R.
Al presidente de México le gusta muchísimo el beisbol.
A Omar Canizales Soto, presidente de la liga Mexicana del Pacífico, le apasiona la política.
Esa doble afición, dio como resultado, que el juego inaugural entre los Cañeros de Los Mochis y los Algodoneros de Guasave se adelantara para el viernes once.
No recuerdo otro caso en la historia de la Mexicana del Pacífico.
Se han suspendido juegos por lluvia o por ciclones, pero jamás un presidente de México y su agenda de trabajo, la habían quebrado en su rol de juegos.
Pero son los tiempos de la cuarta transformación y nada debe extrañarnos.
No daña a nadie, que la liga adelante el primer juego y menos cuando un presidente de nuestro sufrido País se los ordena, perdón, se los pide con toda humildad.
¿Que se espera que suceda en el Carranza Limón?
No puede darse de nuevo, lo que sucedió en el estadio de la ciudad de México en la inauguración de la liga mexicana de verano.
Ahí, Andrés Manuel lanzó la primera bola y fue recibido con chiflidos de los que mientan la madre con notas musicales.
Le gritaron hasta cansarse los asistentes, y salió muy, pero muy encabronado, el padre de la política morenista y emulo de Juárez, Madero y Don Lázaro Cárdenas.
La raza de las graderías no tiene bozal y le valen madre las formas de etiqueta o la crema política que se les para enfrente.
Pagan su boleto para dar rienda suelta a sus emociones, y sus mejores bardas para pintar lo que sienten, son los de la clase política en el gobierno.
Basados en esa experiencia, debemos pensar que el gobierno federal, el estatal y los directivos de la liga y del equipo de Guasave, llenen el estadio con gente que no pague su boleto, y que sean llevados a darle la bienvenida a Andrés Manuel con atronadores aplausos, que le paguen haberlos metido de nuevo en el beisbol de invierno y que cuando menos por esta temporada se sostengan en la plaza.
No vendieron ni siquiera el 50% de las butacas.
La gente no quiere gastar en cosas que no sean comida, vestido y bebida.
O en el orden inverso.
Pero la bebida en los estadios es carísima y un suicidio para los bolsillos de la clase media y baja.
Ya sabemos que los empresarios no despilfarran.
Sus tragos los toman en el calor del hogar o los que pichan en las fiestas.
Comprar cerveza, si acuden a los juegos, no es cosa que se vea con frecuencia.
Son seguidores de Andrés Manuel, y cuando pasa el vendedor de las ambarinas, se escucha el guacala o el fuchi.
Si el empresario que compró la franquicia de los algodoneros sabe contar, pronto se dará cuenta, de manera plena, que no cuenta con la ciudadanía de Guasave.
Veremos cuanto aguanta de pérdidas.
Los otros tuvieron paciencia y se fueron en bancarrota.
Si Andrés Manuel se convierte en el sostén del equipo, y lo pone en sus programas sociales, es posible que tengamos beisbol en todo el sexenio.
Si Andrés Manuel se reelige, o se convierte en Dictador, su permanencia sería más larga.
Veremos que hicieron para que no suceda lo del estadio de la capital del País.
Se quieren aplausos atronadores para Andrés Manuel.
Cero chiflidos y menos de los que mientan madre.
Hasta mañana.
