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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Santa Rosalía, Baja California Sur, es quizá la mitad del camino entre Ensenada y La Paz y estuve en ese lugar hace cincuenta y cuatro años.

Luego conocí Villa Constitución, ahora ciudad Constitución y se siguieron dando las cosas y dos veces he visitado Los Cabos.
Mi sueño hasta la fecha no realizado es salir de La Paz y llegar a Ensenada a bordo de mi propio vehículo.

A medida que pasan los años ha perdido atractivo materializar mi sueño.

Hace cincuenta años, la península se conservaba como un lugar virgen y sus lugares de sierra, desierto y costa eran un verdadero paraíso.

Siguen siéndolo, no me cabe la menor duda, pero ahora el camino está muy poblado y las maravillas naturales han cedido espacio a la modernidad.

Pero algo ha movido mis hormonas y a pesar de mis 74 años creo que todavía existe una ligera posibilidad del recorrido.

Embarcarse en Topolobampo no es ningún problema y los costos no son cosa del otro mundo con todo y carro y las inmensas ganas de vagancia.

Estamos en platicas con algunos sayos que también visualizan el extraordinario recorrido por la península de Baja California.

Sin parar son como 24 horas.
Con escalas es lo maravilloso del viaje y parando por los lugares costeros que tienen bellísimas playas y buenos hoteles.

Para comer encontraríamos langosta, abulón y callo de hacha.

Pescado y camarón también.

Se le mueve una patita al viaje.
Es la ventaja de estar desocupado y con vacaciones de por vida.

Llevaría mi caña de pescar y curricanes y también anzuelos para la pesca que no se utilizan los señuelos.

Cuatro garrafones de agua electropura y bastantes refrescos y bocadillos.

Inútilmente presumiría, si digo que me haría acompañar de algún cuero de mujer.

Hace cincuenta años hubiera sido impensable viajar sin complaciente compañera para acampar cada tantos kilómetros por los caminos sin pavimentar.
Hubiera sido imperdonable.

Ahora es otra cosa. Nos preocupamos más por llevar pastillas para la diarrea, tos o el vick vaporub para untarnos en el pecho.
La península sigue siendo hermosa según me cuentan.

Ya no son los paisajes agrestes o el continuo atravesarse de los venados y borregos cimarrones.

La hotelería se ha extendido en todo el territorio.

Son viajes muy cómodos, especiales para la gente de cierta edad que busca el descanso en lugar de la pelea de cuerpos.

Nos gusta comer muy bien a los viejos y que nos atiendan mejor.

Es la diferencia de la península de hace cincuenta años con lo que tenemos ahora.
Es la diferencia de tener 24 años a setenta y cuatro.

Puede que me anime.

Hasta mañana.