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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Quería estar cerca de su familiar y eran las tres de la madrugada.

Me pidió que la acompañara al entonces único panteón de la ciudad de Los Mochis y un caballero jamás retrocede.

Miedo tenía, y mucho, pero el alcohol ingerido superaba a los temores.

Nunca supe si era su señora madre o un hermano.

Se sentó en silencio sobre la tumba.

Nunca lloró.

La noche era bastante oscura y además fría.

A ella nada le importaba, pero a mí sí.

Ninguno de los dos tenía interés por el otro.

Solo fue un gesto amistoso, quizá pensando que se trataba de una broma cuando me hizo la petición de acompañarla y por eso acepté.

Pasaron varias horas, y casi al amanecer, se levantó y subió de nuevo a mi carro.

Cuando tomamos la Degollado, rumbo al centro, aparecieron las primeras luces del amanecer.

Me sentía cansado y con bastante sueño.

Pero no, al pasar junto al mercadito independencia, tuvo el antojo de sentarse con las fonderas y consumir el menudo que quita el hambre, las borracheras y prepara el estomago para la cruda que llega después.

Creí que era el momento para que me platicara sobre la fúnebre visita.

Siguió hermética y respeté su silencio.

Luego la llevé a la casa de sus familiares y jamás la he vuelto a ver.

Me dio las gracias, era una persona educada, pero jamás supe a quién visitó.

No hubo llanto desgarrador o ataques de histeria.

Solo quería hacerse presente.

Son pocas veces las que acudo a un panteón.

Me duele que estén sepultados los que me dieron vida, me amaron y cuidaron tanto.

Nunca he vuelto a visitar un sepulcro por las noches o de madrugada.

Impone el silencio de la soledad.

Cualquier aleteo de una lechuzilla sobresalta.

Que nadie vuelva a pedirme que lo acompañe, por qué me rajo.

Estamos en vísperas de la llegada del año nuevo y mis esfuerzos son inmensos para festejar el arribo del 2019.

Lo haré, si Dios me lo permite, refugiado en mi casa y sin participar de la pachanga de disparos que tantas desgracias causan.

Les recomiendo hagan lo mismo y no se asomen a la calle.

El abrazo que sea familiar y los siguientes días para los amigos.

Hagan felicitaciones por el celular y envíen mensaje de júbilo.

Hasta ahí la cosa.

Despidamos con cariño al año que se va.

Les deseo lo mejor y un feliz y venturoso año nuevo.

Hasta mañana.