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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Los viajeros de antaño por carretera teníamos nuestros actos ceremoniales que jamás faltaban.

Tomar café en los restaurantes cada tantos kilómetros era obligación.

Comer o desayunar en los restaurantes preferidos por los traileros era una devoción.

La razón era muy sencilla, la comida era muy buena y las mujeres guapas y complacientes con la clientela.

Pero algo nos obligaba a parar cada tantos kilómetros.

Una meada en carretera no tenía nada que se le comparara.

Si éramos varios, todos, absolutamente todos, regábamos la tierra.

Después de ese alivio a continuar el camino y felices de la vida.

El presidente municipal de Culiacán es de los nuestros.

Sigue fiel a la tradición y donde puede, detiene su carro y avienta la meada.
Ayuda a la tierra y a la CONAGUA.

Esta vez lo captaron rumbo a Tamazula para acompañar a su guía moral Andrés Manuel y siguió con la sagrada costumbre.
De espaldas al pueblo y mirando la tierra, soltó el agua de riñón y le dio descanso a la vejiga.

Nada que se le pueda cuestionar.
Necesidad fisiológica en lugar despoblado y sin dañar la moralidad de sus gobernados.

Una cosa es cierta:
Nuestro presidente no orina sentado.
Y por tanto, su calidad personal es de varón de buenas costumbres.

Algún fisgón detectó la tirada del agua del presidente y lo atrapó con su lente.

El fotógrafo debe de ser de buenas costumbres también, ya que no le buscó tomar la imagen por el frente.

Hubo pudor de las partes.

Estrada Ferreiro no es exhibicionista y el fotógrafo no capta instrumentos de meadas.
Después del ritual, el presidente de Culiacán siguió su camino rumbo a Tamazula para estar presente en la tierra de Don Guadalupe Victoria.

Estómago lleno, corazón contento.
Lo único malo del asunto, que Estrada Ferreiro no se lavó las manos y llegó a Tamazula saludando gente a diestra y siniestra.

Estrechó de mano a sus amigos, a sus conocidos, a los Gobernadores y hasta Andrés Manuel recibió el apretón de manos.
Nada del otro mundo, pudiéramos decir.
Recordé una canción muy folclórica.

“Arriba del cerro mataron a un hombre, de esos que en la noche se salen a mear”
Quién iba a pensar, quién iba a pensar, que por una meada lo iban a
matar.

Las tradiciones deben conservarse.

Bien por mi presidente municipal.

Los de carretera somos meones.

Bendita costumbre y muy saludable.

Hasta mañana.