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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

La Iglesia del sagrado corazón de Jesús más conocido por los habitantes de Culiacán como el Santuario. Templo que por diez años tuve a la vista para llegar a la Universidad de Sinaloa.

En aquellos años no era Autónoma de Sinaloa y en la vieja casona universitaria cursé la secundaria, prepa y profesional.
En 1967 dejé de caminar por sus banquetas.
Y en 1992 regresé por ese caminito de visita al templo.

Creo que en 1908 se inició la construcción, por la buena voluntad y mejores oficios del Presbítero Jesús María Echavarría en el terreno donado por los hermanos Amado y Miguel Andrade.

El que comenzó la obra se llamaba Luís F. Molina y dejó inconclusa la iglesia por haberse agotado los fondos y no trabajaba dioquis.

Santuario es un lugar sagrado donde se guarda una divinidad.

Y el Sagrado Corazón de Jesús es lo más importante de la Iglesia Católica, apostólica y Romana.

Además que el presbítero se llamaba Jesús y así perpetuó su nombre.

Me encanta la construcción.

Me dicen que es neoclásico tardío del principios del siglo XX.

Sabrá Dios que será eso o con que se come.
No queda gente, que haya visto los impactos de las balas de las fuerzas maderistas que disparaban en contra del Coronel federal Luís G. Morelos. Se defendió como gato boca abajo antes de entregar la plaza y el santuario.
Que tranquilo era el Culiacán de los años sesenta.

Ni señales de la violencia que en estos tiempos conocemos y padecemos.

Los policías de barrio eran respetados y muy queridos por los vecinos.

Siempre ha habido raterillos y por eso las cárceles no estaban vacías.

Se conocían individuos que mataban por encargo. Sin hacer escandalo y sin dañar a otras gentes que no fueran los señalados para el mastuerzo.

Los que mataban por dinero se la rifaban con cualquiera.

Se sabía de los que hacían estos trabajos y eran respetados o temidos.

Pero no escandalizaban y tampoco provocaban la angustia entre la gente inocente.

Ahora es otra cosa.

Les meten polvo blanco en la nariz, les entregan los cuernos de chivo y se sueltan disparando contra el señalado y contra los que se traviesen cuando cumplen con el mandado.

No les da miedo por la droga que llevan dentro.

Jalan del gatillo cuando les dicen fuego y luego se van tranquilos a seguir coqueándose y a tomar cerveza.

Los pistoleros de antaño eran muy hombres y se rifaban el cuero.

Mataban por negocio y eran muy certeros.
Fuera del encargo, a nadie le causaban daño.

Pero hablamos del Santuario y de lo hermoso de su construcción
Muchas veces entré para pedirle a Dios que me fuera bien en los exámenes.

Por diez años fue mi ruta obligada para llegar a la Universidad.

Es el refugio del Sagrado Corazón de Jesús.
Y me llamo Jesús Humberto.

Es parte mía también.

Hasta mañana.