Punto y Coma Noticias

FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Ayer perdí a uno de mis más queridos amigos.

Me desgarró el alma cuando fui testigo de su partida y me convertí junto a su médico en un espectador de sus últimos alientos.
Jamás tuvo un mal gesto al encontrarnos.
Su alegría era contagiosa y en bastantes ocasiones fue factor principal para que mis malos humores desaparecieran.

Muy positiva esa amistad y ya no la tengo.
Es el precio que le debemos al tiempo y nos cobra cuando considera justo el momento de recibir su pago.

En su exhalación final, no se escuchó la menor queja y sus ojos se fueron apagando con esa desesperante lentitud y sin poder arrancárselo a la muerte.

Mis ojos se llenaron de lagrimas y la tristeza invadió mi alma cuando me dicen que su corazón dejó de latir y había cesado su respiración.

Fueron más de 16 años de trato continuo. De largas convivencias que siempre terminaban en un abrazo cariñoso y un buenas noches y hasta mañana.

En el trascurso del día se habrán completado 24 horas de su incineración y estoy en espera que sus cenizas nos sean entregadas.

No murió a causa del CORONAVIRUS y jamás se enteró de su presencia.

Tenía fuera de este mundo, agobiado por sus años y mala salud, desde tres o cuatro semanas atrás.

Los buenos compañeros nos abandonan sin que ellos quieran, pero tampoco nos piden el consentimiento.

Solo se van y nos dejan con la pena clavada en el corazón por su partida.

Voy a luchar con todo en contra de la maldita pandemia que nos ataca sin piedad en Sinaloa y todo México.

Lo haré para honrar su amistad y su memoria.

Si salgo indemne de este trance, que a todos nos afecta, y bastante más a los que somos viejos, servirá ese tiempo para recordarlo sin que falte un solo día en mi memoria y afectos.

Mi amigo ya era viejo, pero tuvo una buena vida y murió sin grandes sobresaltos y sin perder esa maravillosa alegría que lo caracterizaba.

Dios nos tiene que conceder a todos sus hijos el volver a reunirnos y seguir gozando lo que quedó inconcluso en este mundo.
Me quedé como beneficiario de sus grandes alegrías. Quizá pueda transformarme en mejor persona cuando me llegue a la mente lo que mi amigo representaba para los que lo tratamos.

Es un adiós lleno de lágrimas.

Pero de hermosas evocaciones que no se perderán en el olvido.

Murió el día de ayer y nació en mi corazón por siempre.

El dolor es grande y también mi esperanza de volver a encontrarlo.

Soy dogmático y tengo esa fe.

Esa angelical criatura se llamaba Bandido y nos dio a la familia entera todo su amor y consideraciones.

Gracias Dios Mío por darme 16 años de la compañía de mi inolvidable perrito.

Cuídalo en tu reino en tanto me toque la hora de tu llamado y nos vuelvas a unir como en la tierra.

Hasta mañana.