Por J. Humberto Cossío R.
La reclusión casera que nos impone el sentido común por motivos del peligro del CORONAVIRUS nos lleva en forma natural al aprendizaje de artes y oficios en beneficio de nuestro hogar.
Estoy asombrado que pude cambiar un foco fundido.
Cambié la palanca del inodoro y funciona bien.
Recogí los desechos estomacales de los perros que me quedan y no me embarré los dedos.
Luego trapié el área donde viven y ensucian y tampoco me pasó nada.
Fui al Walmart y me encargaron dos kilos de Maseca. Parece que quieren mostrarme la manera de hacer tortillas en casa y no me disgusta la idea.
Ya prendí la lavadora y hasta pude apagar la secadora.
Comí muy bien y lavé los platos, cuchillos, cucharas y tenedores y no se me cayeron los dedos de las manos.
Con razón no protestan las mujeres por su chamba.
No es nada de trabajoso y hasta ganas de tararear canciones le dan a uno mientras está el chaca -chaca de la lavadora.
Compré jabón de lavar en oferta y hasta me palmearon la espalda por el ahorro.
El jabón lava trastes ya no lo desperdicio y con una sola porción he lavado hasta tres veces la loza que usamos.
Soy un experto en buscar las ofertas de súper que aparecen en el Debate de Culiacán y todo este caudal de nuevos conocimientos es gracias al COVID 19.
Mi mujer me ha soltado muchas de sus responsabilidades y cada día me siento más capacitado para ser un responsable cuidador del hogar.
En estos días, me han convencido de que ya no debo de tomar bebidas que contengan alcohol. Me siento agradecido por esa preocupación de mi compañera de vida para que nada me suceda por culpa de las cochinas cervezas y los tragos de Wisquie que me han dado placer por más de 55 años.
Estoy aprendiendo a planchar y la raya de los pantalones me sale derecha y mi mujer me aplaude por mis nuevas habilidades.
Es bueno tener quién le eche porras en casa cuando la maroma nos sale completa y movemos bien la colita sin esfuerzo.
Con reloj en mano me toman el tiempo en que pelo un kilo de papas y luego el corte de las papas a la francesa.
Mientras veo los programas de televisión de los conductores que sueltan los chismes de los artistas me aviento el freído de papas y la revoltura de ellas con los huevos.
Que bien sirves y me pongo como pavorreal de contento y orgulloso.
Otra de las cosas que me fortifica en mis deberes. Me he vuelto independiente y creativo sobre determinadas cosas de mis guisos, me basta con llamar a varios de mis amigos y entre todos le damos el punto correcto a la comida.
Mi aprendizaje va con mucha velocidad y sapiencia.
Es un orgullo que a mis setenta y cuatro años todavía soy capaz de responsabilizarme por completo del hogar.
Mi próximo objetivo, enseñar a mi mujer a no pedirme dinero para el gasto y ser yo mismo el que controle mi salario sin rendirle cuentas a nadie.
Espero que aprenda rápido a ser eficiente y sin dinero.
Hasta mañana.
