Por J. Humberto Cossío R.
La línea más corta entre la vida y la muerte se llama COVID 19.
El que la traza es conocido por la humanidad como CORONAVIRUS y nos llegó a México como un moderno Santa Claus a bordo de aviones y no de renos.
Es un regalo enviado de China, de una ciudad industrial que inició el contagio y ahora está libre de todo peligro.
A Wuhan le debemos más de 16 mil muertos en nuestro País y con contagios que ya deben de superar los 150,000 mil.
Los chinos son los inventores de la pólvora. No sabemos cuántos cientos de millones de vidas han cobrado las armas de fuego que disparan proyectiles e impactan la humanidad de hombres, mujeres y niños.
Gracias a ellos también gozamos de la pirotecnia que nos llena de asombro por las luces multicolores que producen los artesanos de la industria cohetera.
La explotación minera, utiliza la dinamita hasta nuestros días para romper la roca que cubre los cuantiosos yacimientos de oro, plata y otros minerales valiosos para el desarrollo mundial.
Las batallas más famosas de la piratería no hubieran sido posibles sin la pólvora que alimentaba el poder de sus cañones.
Cuantas montañas no han sido partidas con dinamita para que trenes y vehículos corran a través de sus entrañas o laderas en nuestros días.
Los chinos son inmensamente grandes a nuestros ojos y la pandemia del COVID 19 es pecata minuta comparado con los beneficios que desde allá nos llegan.
Son miles de años de cultura y tradiciones que vienen del oriente.
Por eso les perdono mi encierro.
Y de los confines del mundo parece que nos llegará la primer vacuna que combatirá el CORONAVIRUS.
Rusia alzó la mano y nos anuncia que ya la tiene.
Su tecnología deberá ser compartida planetariamente y evitar que el coronavirus siga pateando el trasero de la humanidad.
¿Cuánto tardará en llegar a nuestro país?
¿Quiénes serán los primeros beneficiarios?
¿Tendremos derecho a ella los que somos viejos?
Quizá tendrán que ser selectivos y los primeros en recibirla serán los recién nacidos, los niños y jóvenes en desarrollo y los adultos productivos en plenitud de sus facultades físicas y mentales.
Luego habrá una larga fila de espera para ser inoculados y protegidos contra lo que causa el terror de nuestros tiempos.
La peste negra, la influenza española y ahora el COVID 19 son los referentes de la desgracia de los pueblos más conocidos y temidos.
Pero no hay que olvidar, que dos bombazos en Hiroshima y Nagasaki en dos días causaron la muerte a casi medio millón de habitantes.
Ninguna enfermedad o plaga supera ese record.
La letalidad de las armas es superior a cualquiera de las enfermedades que son conocidas hasta nuestros tiempos.
De la locura de los jefes de gobierno mundiales debemos de cuidarnos.
El que apriete el gatillo atómico causará la destrucción de todo indicio de vida sobre la tierra.
Ya existe la vacuna en Rusia y ahora veremos la eficacia de las autoridades mexicanas para lograr traerla.
Hasta mañana.
