Espectaculares tomas aéreas muestran la locura que se vive en el estadio Teodoro Mariscal durante la coronación de la Reina de los Juegos Florales, Uma I
La voz de Raúll Rico decía “Iniciemos un gran concierto… ¡Rock You!”
Se presenta al Director Lanfranco Marcelelletti, haciendo gala de un frac negro con aplicaciones brillantes, un director de orquesta alegre y seguro que nos llevará a hacerle muecas a la psicosis.
Sonido de los 70´s remasterizado, audio impecable, nos sentimos como en Hawaii 5-0, como Jack Lord persiguiendo a agentes secretos internacionales, delincuentes y sindicatos del crimen organizado que plagan las islas de Hawái, lo anterior debido a la alta calidad de los músicos de la Camerata Mazatlán.
Sin embargo, ese héroe ahora se transforma en una figura como bajada del cielo, cubierto de color blanco, con un look que rompe paradigmas, lleno de lentejuelas, entallado y sofisticado, con el pelo relamido hacia atrás, y unos lentes que ocultan si tiene los ojos abiertos para soñar o cerrados para permanecer en su realidad musicalizada por el Quinteto Britania.
Héctor Ortiz ya está en el escenario y tal vez con su voz nos provoque el delirio de tener a Elvis frente a nosotros, su personificación del Rey Elvis Presley es demasiado buena para ser verdad.
Algo muy extraño sigue sucediendo, vemos a Lanfranco rocanrolear, a Lanfranco en modo rock, él nos hace valorar y reconocer que la música “culta” se entiende perfectamente bien con el “irreverente” rock, su batuta viaja de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba como queriendo invocar fuerzas desconocidas a través de un innegable elixir.
A la Reina de los Juegos Florales Uma I, la respaldan imágenes divinas, el piano, el regocijo comienza con algo de celebración, total rechazo a las mentiras, la decepción y el pecado, pecadores tomen nota, pues la vida que llevan es engañosa. Paul Anka y su “Jubilation” nos invitan a navegar en lo divino…Las puertas no dejan ver que hay detrás de ellas, una llamativa utilización de instrumentos de cuerda y de bronce, suena como un piano tocado por Ray Manzarek, siento mi carne débil, ¡Vamos ¡Vamos! ¡Vamos tócame ahora nena! ¿No ves que no tengo miedo? ¿ No ves que hay un saxofón sonando en el escenario y que me está induciendo al pecado? ¿No ves que te voy a amar hasta que las estrellas se caigan del cielo? ¿No ves que mis caderas se mueven como en una danza hindú? ¿No escuchas que hay cuerdas alucinantes, metales resucitadores? ¿No ves que la big band me obliga a vestirme elegantemente? ¿No ves que es probable que pueda vender romance? ¿No ves que antes de David Lee Roth fue Louis Prima? ¿No ves que llegará el día en que dejaré de ser joven? ¿No escuchas un órgano que nos haga bailar un ligero fandango dando vueltas sobre la tierra del Teodoro Mariscal?
Ya me siento protagonista de una historia en Nueva York platicando con Woody Allen y Coppola, no puede ser, sin embargo, es.
A pesar del frio dan ganas de desabrochar la camisa como Jimmy Page para escapar subiendo una escalera al cielo, y abandonar el materialismo, para dejar de creer en aquellos que creen que pueden llevar a la salvación diciendo que solo somos polvo en el viento, pero cuidado, debe haber alguien que advierta que es muy riesgoso subir esa escalera acompañado por los dioses del rock.
La guitarra eléctrica hace recordar a Santana, a Clapton , a Gilmour, a esa música que ya no se escucha cotidianamente.
Suenan violines y guitarras, trombones y trompetas que nos hacen sentir.
Wo – wo – wo –wo –o-o-o, no son palabras correctas, solo es el comienzo de lo que el público quizá quiere sentir por siempre. ¿Acaso la Camerata de Mazatlán con el Quinteto Britania no suena como la banda Chicago? No hay respuesta correcta , pero el cuerpo y la mente dicen que sí.
Las reinas bailan en febrero gritando con luces en sus manos.
“Recordaré por siempre esta noche como la de un veintitrés de septiembre cuando el amor cambiaba las mentes de los pretendientes, mientras ahuyentaba a las nubes y nuestros corazones resonaban en la misma nota que nuestras almas cantaban”.
Sigue el delirio, parece que es el último baile, la última oportunidad para amar.…Entonces bailemos el último baile esta noche, esta noche en donde los violines acercan a la demencia del enamoramiento, a la demencia de entender que estamos a un paso, a un salto efusivo como cuando vemos a bailarines con el uniforme de los Venados en su casa, efusivo como cuando te pones su jersey como Héctor Ortiz y gritas ¡Arriba los venados! Y cantas “Jump” de Van Halen y admiras el solo de guitarra fusionado con un solo de violines ¡Que locura!
El jersey de los venados se transforma en una chamarra negra de cuero muy rockabilly, muy británica muy Queen, muy cosita loca, esta cosa llamada amor, que provoca escalofríos, la amnesia ayuda a no sentir frio, la amnesia ayuda a no ver el reloj que ya casi marca la medianoche.
Comienzan los acordes, los pies de hombres y mujeres se deslizan por el piso de todo el estadio, el escenario es cruzado por la luz de un arcoiris, un acetato con el sello Polydor en el centro gira a cuarenta cinco revoluciones por minuto en la pantalla, y sobre todo con Gloria Gaynor ¡Brillando!
Espectaculares tomas aéreas desde un dron, muestran la locura que se vive en el interior del estadio Teodoro Mariscal, durante el espectáculo dirigido y producido por Raúl Rico González, director general del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán.
No importa la edad para gritar, ovacionar o aplaudir la aparición de la Reina de la Música Disco en el mundo, Gloria Gaynor.
“Vamos a recordar, por favor canten conmigo muy alto”, invita la artista internacional; tal parece que nunca podremos decir adiós a este concierto, tal parece que la bola disco gira para mantener inmortales frases como “I love you baby”, tal parece que los dulces acordes musicales que suenan no quieren dejar de envolvernos en la ternura del amor, tal parece que los asistentes están encantados con la voz de Gloria, tal parece que ya estamos listos para ¡SOBREVIVIR! Tal parece que nos roban el corazón cuando Gloria Gaynor habla muy bien el español y que además canta en español, hay alegría, celebración, energía, armonía, aceptación, pero sobre todo expresión, y una invitación a salir de donde estábamos escondidos, salir de un rincón del corazón, salir un poco locas, un poco locos, reconociendo que Sobreviviré ya es un himno que sana vidas, que sana conciencias, que sana relaciones, que sana tristezas, pero sobre todo que sana para vivir como se debe vivir, vivir viendo en el escenario mazatleco a Gloria Gaynor.















