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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

 

Si quiebras una botella, procura quitar los pedazos del camino.

Si no lo haces, puede que alguno se clave en la suela de tu zapato y lo atraviese hasta llegar a la carne de tu pie.

Un funcionario de gobierno es un servidor público, con obligaciones muy claras con la ciudadanía, que en ultima instancia, es la que paga sus quincenas.

Algunos son la mar de amables, y aunque nada resuelvan, el que acudió a su oficina regresa con la sensación de que le dieron su lugar y con una opinión muy favorable de la atención recibida.

Otros son muy picaros y todo te resuelven.
Pagaste, pero te quitaron la bronca y no te pesa lo que sacaste del bolsillo.

Dos tipos de funcionarios de diferente calibre.

Pero hay una tercera clase de servidores públicos.

Jamás te reciben, y si lo hacen, solamente es para amargarte la existencia y te llenan de coraje contra todo lo que huela a gobierno.

Gozan con el sufrimiento del contribuyente.

Lo despedazan para que caigan en la desesperación.

Tienen el alma más negra que una noche sin luna y nebulosa.

Son prepotentes y les gusta ejercer su poder sobre los lomos ciudadanos.

Cuando concluyen en su función, y no tienen coraza que los cubra y se le señalan conductas indebidas en el ejercicio del cargo, ahí es donde se encuentran con el camino de las botellas quebradas.

Es el caso de Armando Villarreal, que durante seis años se desempeñó como el Secretario de Finanzas del gobierno de Mario López Valdéz.

Dejó una estela inmensa de resentimientos.
No hay quién lo ayude a barrer los vidrios de su camino.

Es un millonario odiado y no espanta a nadie.

No tiene amigos verdaderos en el medio social donde nació y mucho menos en el resto de Sinaloa.

El grupo de convivencia en Los Mochis se le esconde.

Lo repudian y se ocultan para no saludarlo.
Los funcionarios menores de la Secretaría de Finanzas que presidió lo detestan y jamás harán nada para mitigar su pena.

Su proceso será en libertad, por ser delitos que soportan fianza.

Pero le pueden fincar otros que le hagan la vida imposible.

Armando Villarreal no dejó buenas voluntades que lo quieran cobijar.

Por el contrario, son muchos los que quisieran verlo despellejado y con sal en sus heridas.

Así de grande es el odio que sembró.
Veremos que deciden sus Abogados.

El Juez de Distrito, que conoce de su Juicio de Amparo, resolvió en su contra, pero le queda el recurso de revisión que alargaría su agonía, o bien la autoridad superior puede revocar la sentencia del inferior y concederle el amparo de la justicia federal.

La moneda es de dos caras y muy raras veces caen paradas.

Las botellas quebradas pueden hacerle pedazos los pies.

El orgullo está hecho pedazos.

Pero tiene mucho dinero.