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FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Qué pena que cualquier calorcito me mande a guardar cama.

No soy de los que le echan la culpa al sol.
Hasta los rayos de luna me cobran factura.

Caminar por las mañanas, me cansa y agota.
Subirme a una bicicleta fija, me aburre y me bofea.

Pero encontré algo que me divierte y me mantiene alerta y hasta impide que el mal del olvido y la inconciencia llegue a mi lado con facilidad.

Escribir de lunes a viernes me fortalece y en algunas ocasiones me llegan correos de apoyo a lo que pienso y plasmo-

Lo envío por el celular a las cinco y media de la mañana. Luego contesto los saludos matutinos que por la misma vía son mandados.

No se cuanto tiempo me quede en este mundo.
Trataré de aprovecharlo y buscar la mejor manera de pasarla bien.

Las canas me dan el privilegio del respeto. Son el testimonio fiel, de que más sabe el diablo por viejo, que por diablo.

Gozo escuchando a los demás y de cuando en cuando meto la cuchara para que sepan que todavía estoy despierto.

En ocasiones me piden consejos, doy algunos por haber vivido las situaciones que aquejan a mis interlocutores.

Los viejos no somos adivinos, solamente recordamos los hechos de otros tiempos y que se repiten con cierta frecuencia.

Me divierten los problemas de los jóvenes. Los dejo que se peguen de frentazos para que aprendan que los golpes duelen.

Puede que me haya llegado la madurez y disfruto de su compañía.

Pero conozco mis limitaciones y no escalo paredes que no llevan a ninguna parte.

Soy crítico del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Lo escucho decir grandes falsedades y siento temor por mi País.

Divide y vencerás, parece ser su pensar, pero enfrentarse contra los que generan riqueza me parece un absurdo y tarde o temprano pagará el costo.

La corrupción vive en todas partes.
No es privilegio de México y hay manera de frenarla y enfrentarla.

Donde hay dinero, siempre habrá uñas que quieran pescarlo.

Que bueno que Andrés Manuel presuma de honesto y celebraremos que en verdad lo sea.

Pero puede convivir con los dueños del dinero y lograr que inviertan sin los grandes avorazamientos que condena.

Dios no inventó el dinero.

Fueron los banqueros de la antigüedad los que hicieron crecer ciudades.

Ganaron ellos y los pueblos también.

Si hay diablo, tiene que tener la forma de billete.

Satanás ya no tiene necesidad de comprar almas.

Hay suficientes seguidores y solo espera sin precipitarse.

Otra vez me divertí, llamando absurdo al gobierno de Andrés Manuel.

Piensa que es un Dios y se enfrenta con los demonios.

Jamás ganará esa careada.

Hasta mañana.