Por J. Humberto Cossío R.
Secreto como Adjetivo:
Oculto, ignorado, reservado, que se oculta para que solo lo conozcan pocas personas.
Andrés Manuel pidió una partida secreta y cuando lo cuestionan, se quiere tapar con la cobija de los pendejos.
No me comparen con Salinas, toco madera, es lo que dijo en sus mañaneras.
El pidió una partida secreta y ahora nos dice que la manejará la Secretaría de Hacienda.
No da con bola nuestro presidente.
Respuestas simplonas y de muy baja calidad gubernamental.
Todos los presidentes de México la han tenido y nadie les cuestiona.
El también quiso tenerla y se la aprobaron los legisladores.
Para que tanto brinco, estando tan parejo el suelo.
Quería Andrés Manuel su monedero y ahora se arrepiente de haberlo pedido.
Gócelo Sr. Presidente y déjese de payasadas.
Recuerde que su sueldo nominal es muy bajo y con eso puede tener su ayudadita.
Aunque los 180,000 mil pesos, que entran cada hora a MORENA, por los apoyos que la ley concede a los partidos, también usted los maneja.
Su cristalina conducta, y su honesto desempeño, no se verán manchadas gran cosa por algo que usted condena en otros.
La supuesta cuarta transformación es asunto de su propiedad y los lineamientos de conducta son manejados por usted mismo, así que, de que preocuparse, cuando treinta millones de mexicanos le dieron su respaldo para que llegara a su presidencia juarista que tanto disemina en nuestro ambiente social.
Lo de la partida secreta es “pecata minuta”.
No pensamos que valga la pena que usted se sonroje y pinte sus arrugados cachetes.
La vergüenza es cosa muy distante de sus veleidosos principios de comportamiento.
No tenga pendiente.
Usted siga repartiendo el dinero entre los guevones y acábese el costal que los que pagamos impuestos le ponemos a su disposición.
Las tiendas departamentales le obsequian monederos electrónicos a su clientela, y los mexicanos, a través de nuestros legisladores, ya lo dotamos de una billetera secreta y que puede ser muy gorda y no necesita justificación cuando se gasta.
Yo también quisiera tener una partida secreta y ni eso me permite el piojo que mora en mis bolsillos.
Aún teniendo la manera de tener mi secreto bancario, no sería suficiente para ocultar mi lanita a los ojos de mi consorte.
Bendito sea usted Andrés Manuel, que no tiene a su mujer tras sus pasos en el DIF nacional y que puede tener su partida secreta para gastos de toda naturaleza, incluyendo los apoyos que pueda dar a las féminas que se le acercan y le avientan con los “perjumes” de mujer.
Esa lanita secreta no la pierda y tampoco la deje en manos extrañas.
Usted quería tener dinero para disponerlo con toda libertad y sin rendir cuentas.
Se lo concedieron y a comprar papayas cubanas, si es que todavía puede menear el aparato entre las cavidades de esa fruta caribeña.
Goce la vida, Gócela ahorita, con su partida exquisita.
Hasta mañana.