Por J. Humberto Cossío R.
Cuando me enteré de que los Estados Unidos quiere sacar de su territorio a un millón de indocumentados pensé que era una fantasía.
Pero la política de Donald Trump va dirigida a romper cualquier marca impuesta por otro presidente y cuenta con los medios materiales y humanos para lograrlo.
¿Cuál será la dinámica que se implemente y a donde enviarán los que sean detenidos en las redadas masivas?
¿Cuántos mexicanos serán devueltos a nuestras tierras y a donde irán los indocumentados de otras naciones que también sean atrapados?
La inmensa mayoría son nuestros paisanos.
Tienen muchos años en las tierras gringas y no se tomaron la molestia de poner en orden su situación migratoria y ahora pagarán por su indolencia.
Otros no tuvieron la manera de justificar su estancia y ni siquiera contaron con el apoyo de la papelería comprobatoria de su identidad y origen.
Entre los que volverán, hay un gran número de personas que salieron huyendo de sus lugares de origen por tener cuentas pendientes de saldar con otros de sus tierras y que se protegieron viviendo en los Estados Unidos.
Son miles de mexicanos que huyeron despavoridos de sus enemigos y se perdieron a los ojos de los que pretenden privarlos de la vida.
Esos también serán deportados y los enviarán a una muerte segura.
Los enemigos no perdonan y tienen buena memoria.
Las armas las tienen listas para el encuentro y con mayor razón al saber que tendrán al alcance de su mano a sus odiados enemigos.
Parece increíble, pero hay miles que se encuentran escondidos en las tierras Yankees y desde este instante están sufriendo la angustia de ser localizados y repatriados.
Saben lo que les espera en México. Sus familias lloran al saber que existe el inminente riesgo de que sus familiares sean deportados.
Un millón es la cifra que dan las autoridades y puede que resulten varios cientos de miles más.
Donald Trump goza con la crueldad de sus actos.
Tiene la ley en la mano y goza de la razón.
Pero a los ojos del mundo, es un monstruo lleno de maldad y rencor.
No quiero que suceda esa deportación masiva.
Son muy graves las consecuencias que acarrean las detenciones masivas de los indocumentados.
Ellos son trabajadores muy esforzados en la Unión Americana.
No merecen el destino que marca las amenazas de Trump.
Un millón de deportados equivale a la ciudad de Culiacán o un poco menos.
A muchos miles de los deportados los mandarán al matadero en su País de origen.
Es una pesadilla la que anuncia el gobierno americano.
Es una inmensidad de daños familiares, patrimoniales y de vida las que se pondrán en juego, por el endurecimiento del gobierno de un País que se formó de inmigrantes y ahora los desprecia.
Trump ha dicho que ya no cabe ninguno.
Por eso nombró al gobierno de México como el muro oficial para detener la inmigración y pavonearse ante los electores como el salvador de la raza aria.
Hasta mañana.