Punto y Coma Noticias

FAX DEL FAX

Por J. Humberto Cossío R.

Para un ser humano vulnerable por la edad y otras agravantes como el azúcar, la alta presión y los padecimientos del sistema respiratorio, cualquier catarro se transforma en el temido COVID 19.

Cuauhtémoc Celaya, compañero de mesa ocasional en el Restaurante de La Casa de los Loaiza en esta ciudad de Culiacán, rindió tributo a la muerte y pasó a ser estadística del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Luchó a brazo partido por conservar la vida y parecía que lo había logrado.

Un paro respiratorio acabó con su existencia.
Descanse en paz.

Walterio Medina es otro de los amigos que se encuentra hospitalizado y sostiene encarnizado combate donde su vida está en juego.

Periodista de cepa y con extraordinario sentido del humor, mantiene las esperanzas a pesar de las adversas condiciones y esperamos en Dios que encuentre el camino para regresar sano y salvo a casa.

Cuauhtémoc y Walterio fueron internados casi al mismo tiempo en hospitales diferentes, pero con la misma vulnerabilidad que facilita el camino a la terrible pandemia.

Sigo orando por Walterio en su lecho de enfermo y rezando por Celaya para que tenga el eterno descanso en el reino del señor.

Son varios los casos de cercanía a los que el Covid 19 los ha rendido.

Y repito de nueva cuenta, que haré hasta lo imposible para alejar la posibilidad de ser contagiado.

De manera oficial son más de treinta mil los fallecido en nuestro país.

De manera extraoficial, se habla de cuando menos el doble.

Pero solo uno, que fuera la víctima, nos pondría a pensar que no somos nada ante los designios de Dios y el embate de lo que surge entre nosotros y que nos acecha desde las sombras en todo momento.

No somos nadie para frenar la pandemia.
Nuestra ignorancia o descuido y la ignorancia y de la autoridad o su negligencia, nos tienen frente a un paredón y con el alma en vilo.

¿Cuándo llegará a su fin esta agonía?

No lo sabemos a ciencia cierta. Solo nos queda enfrentar a la pandemia con valor y decisión pensando que no seremos uno más de los que apuntan en la ya largas listas de defunciones.
Soy de los que guardo la sana distancia cuando me veo obligado a salir de casa y con cubre boca y guantes.

Hasta donde me es posible trato de convencer a los que no entienden de la gravedad del problema que nos aqueja y nos mata.

No todos aceptan el consejo y nos mandan al carajo.

Es triste no acompañar a los caídos en lo que llamamos el último adios.

Se marchan nuestros amigos sin velación o acompañamiento.

Los convierten en cenizas o son sepultados de prisa y sin la expresión de dolor acostumbrada en los panteones.

Son unos cuantos los testigos de su partida.

Y nos estamos acostumbrando.

Descansen en paz los amigos que se fueron.

Sigue luchando Walterio Medina.

Hasta mañana.